Esta técnica de resolución de problemas se basa en dividir los problemas en fragmentos pequeños para luego desarrollar soluciones. Es la misma dinámica que siguen los programadores para diseñar los algoritmos y programas de los ordenadores. Consta de cuatro pasos:
Descomposición: descompone en problemas manejables para solucionarlos uno a uno.
Abstracción: identifica características comunes y patrones y elimina lo innecesario.
Pensamiento algorítmico: diseña los distintos pasos para llevar a cabo una tarea.
Depuración y evaluación: prueba con una posible solución hasta que la perfecciona y garantiza que es la mejor para ese problema.
Siguiendo esa misma línea, este proceso de la robótica educativa fomenta en un entorno lúdico la resolución de problemas: los niños deben pensar para definir el problema y solucionarlo y así desarrollan el pensamiento crítico para aplicarlo no solo al entorno informático y las materias STEM, sino también a otras (humanidades, sociales, artísticas…).
Al tiempo, la mecánica de cuestionarse, razonar, reflexionar e imaginar impulsa la creatividad, otra de las habilidades primordiales para el siglo XXI. La dinámica de juego crea conexiones sociales y esto favorece la comunicación y el trabajo en equipo. Con la estimulación y el entrenamiento de la mente para enfrentarse a retos se impulsa, también, la confianza en uno mismo y la capacidad de liderazgo.